Soy Inocente

Solamente se pueden aprender dos lecciones. Cada una de ellas da lugar a un mundo diferente. Y cada uno de esos mundos [efectos] se deriva irremediablemente de su fuente. [causa]


El mundo (que proyecta la mente divida) es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. Es un mundo de terror y desesperación. 


En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad... 

Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá éxito. No puedes buscar dicha en él y esperar encontrarla. Mas éste no es el único resultado que se puede derivar de lo que has aprendido. 

Por mucho que te hayas esforzado por aprender la tarea que elegiste, la lección que refleja el amor de Dios es todavía más fuerte. Y aprenderás que el Hijo de Dios es inocente, y verás otro mundo.

T-31-I.7.

Verdadera Oración

La verdadera oración debe evitar convertirse en una súplica. Debes pedir, más bien, recibir lo que ya ha sido dado:
aceptar lo que ya está aquí.

S1/I.1:6


El secreto de la verdadera oración es olvidarte de las cosas que crees necesitar. Pedir cosas concretas es parecido a contemplar el pecado y luego perdonarlo.
S1/I.4:1

Cada Dia, Hora, Segundo

Cada día, cada hora y cada minuto, e incluso cada segundo, estás decidiendo entre la crucifixión y la resurrección, entre el ego y el Espíritu Santo. 

El ego es la elección en favor de la culpabilidad; el Espíritu Santo, la elección en favor de la inocencia. De lo único que dispones es del poder de decisión. Aquello entre lo que puedes elegir ya se ha fijado porque aparte de la verdad y de la ilusión no hay ninguna otra alternativa. Ni la verdad ni la ilusión traspasan los límites de la otra, ya que son alternativas irreconciliables entre sí y ambas no pueden ser verdad. Eres culpable o inocente, prisionero o libre, infeliz o feliz. T-14.III.4. 

Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percepción en los que literalmente profieres a gritos: "¡Quiero que las cosas sean así!" Y aparentemente lo consigues. Mas los sueños son inseparables de su fuente. 

La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. Pues el sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de sustituirla por un mundo que prefieres es aterrante. Tus intentos de eliminar la realidad son aterradores, pero no estás dispuesto a aceptar esto. T-18.II.4. 

Cada día, y cada minuto de cada día, y en cada instante de cada minuto, no haces sino revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor. Y así mueres cada día para vivir otra vez, hasta que cruces la brecha entre el pasado y el presente, la cual en realidad no existe. 

Esto es lo que es toda vida: un aparente intervalo entre nacimiento y muerte y de nuevo a la vida; la repetición de un instante que hace mucho que desapareció y que no puede ser revivido. T-26.V.13. 

...el tiempo no es otra cosa que la creencia demente de que lo que ya pasó todavía está aquí y ahora.

El milagro no hace nada. Lo único que hace es deshacer.
Y de este modo, cancela la interferencia a lo que se ha hecho.
No añade nada, sino que simplemente elimina. T-28.I.1.


Y lo que elimina hace mucho que desapareció, pero puesto que se conserva en la memoria, sus efectos parecen estar teniendo lugar ahora.

La Ignorancia Produce Dolor

El Espíritu Santo te Guía sólo a fin de evitarte dolor.   

Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. Mas el problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en si quieres escucharle o no. No puedes reconocer lo que es doloroso, de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres muy propenso a confundir ambas cosas. La función primordial del Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor. Esta confusión es la causa del concepto de sacrificio. Obedece al Espíritu Santo, y estarás renunciando al ego. Pero no estarás sacrificando nada. Al contrario, estarás ganándolo todo. Si creyeses esto, no tendrías conflictos. T-7.X.3.


Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la diferencia que existe entre el dolor y la dicha. Eso es lo mismo que decir que te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes? T-8.II.5.



SUFRIMIENTO - uno de los testigo básicos del ego para la realidad del cuerpo y de la inexistencia del espíritu, pues que el cuerpo parece experimentar sufrimiento o dolor; tener dolor, por lo tanto, es negar a Dios, mientras que tener consciencia de nuestra verdadera invulnerabilidad como el Hijo de Dios es negar la realidad del dolor.

(sufrimiento y dolor se usan como virtuales sinónimos.)





T-27.VI.3. El cuerpo, que de por sí carece de propósito, contiene todas tus memorias y esperanzas. Te vales de sus ojos para ver y de sus oídos para oír, y dejas que te diga lo que siente. Mas él no lo sabe. Cuando invocas los testigos de su realidad, te repiten únicamente los términos que les proporcionaste para que él los usara. No puedes elegir cuál de entre ellos es real, pues cualquiera que elijas es igual que los demás. Lo único que puedes hacer es decidir llamarlo por un nombre o por otro, pero eso es todo. No puedes hacer que un testigo sea verdadero sólo porque lo llames con el nombre de la verdad. La verdad se encuentra en él si lo que representa es la verdad. De lo contrario, miente, aunque lo invoques con el santo Nombre de Dios Mismo.
T-27.VI.4. El Testigo de Dios no ve testigos contra el cuerpo. Tampoco presta atención a los testigos que con otros nombres hablan de manera diferente en favor de la realidad del cuerpo. Él sabe que no es real. Pues nada podría contener lo que tú crees que el cuerpo contiene dentro de sí. El cuerpo no puede decirle a una parte de Dios cómo debe sentirse o cuál es su función. El Espíritu Santo, sin embargo, no puede sino amar aquello que tú tienes en gran estima. Y por cada testigo de la muerte del cuerpo, Él te envía un testigo de la vida que tienes en Aquel que no conoce la muerte. Cada milagro que Él trae es un testigo de la irrealidad del cuerpo. Él cura a éste de sus dolores y placeres por igual, pues todos los testigos del pecado son reemplazados por los Suyos.



T-27.I.7. La enfermedad, no importa en qué forma se manifieste, es el testigo más convincente de la futilidad y el que refuerza a todos los demás y les ayuda a pintar un cuadro en el que el pecado está justificado. 
Los enfermos creen que todas sus extrañas necesidades y todos sus deseos antinaturales están justificados. 
Pues ¿quién podría amar una vida que queda truncada tan pronto, y no atribuirle valor a los gozos pasajeros? 


¿Qué placer hay que sea duradero? 


¿No tienen los débiles el derecho de creer que cada migaja de placer robado constituye su justa retribución por la brevedad de sus vidas? Pues pagarán con su muerte por todos sus placeres tanto si disfrutan de ellos como si no.   

A la vida siempre le llega su final, sea cual sea la forma en que ésta se viva. Por lo tanto, se deleitan con lo pasajero y con lo efímero.

Muerte

Cuando tu cuerpo, tu ego y tus sueños hayan desaparecido, sabrás que eres eterno. 

Tal vez pienses que ésto se logra con la muerte, pero con la muerte no se logra nada porque la muerte no es nada.

T/6.V.A.1

Verdadera Causa

Dios es la única Causa, y la culpabilidad es algo ajeno a Él.

No le enseñes a nadie que te ha hecho daño, pues si lo haces, te estarás enseñando a ti mismo que lo que es ajeno a Dios tiene poder sobre ti. 



Lo que no tiene causa no puede existir. No des testimonio de ello, ni fomentes el que ninguna mente lo crea. 

Recuerda siempre que la mente es una, y que la causa es una. No aprenderás a comunicarte con esta unicidad hasta que no aprendas a negar lo que no tiene causa y a aceptar como tuya la Causa que es Dios. - T-14.III.8. 



"...En realidad, "Causa" es un término que le corresponde propiamente a Dios, y Su "Efecto" es Su Hijo. Esto supone una serie de relaciones de Causa y Efecto completamente diferentes de las que tú introduces en tus creaciones falsas. El conflicto fundamental en este mundo es, pues, entre la creación y la creación falsa. Todo miedo está implícito en la segunda, y todo amor en la primera. El conflicto es, por lo tanto, entre el amor y el miedo. - T-2.VII.3.

La ilusión de un Mundo

El mundo que ves no es más que la ilusión de un mundo.
Dios no lo creó, pues lo que 
Él crea tiene que ser tan eterno como Él.
En el mundo que ves, no obstante, no hay nada que haya de perdurar para siempre.  Algunas cosas durarán en el tiempo algo más que otras. 
Pero llegará el momento en el que a todo lo visible le llegue su fin.